jueves, 18 de septiembre de 2014

Hibridación ¿Cero emisiones?

El mercado de automóviles y su marketing relacionado que alude a numerosas razones para cambiar de vehículo con la adquisición de un nuevo modelo por parte del usuario, tiene peculiaridades.
En este caso al tratar de la tecnología de electrificación existe un gran elenco de combinaciones que en ocasiones no son fáciles de ubicar o, al menos, conocer cuales son sus ventajas e inconvenientes.
En primer lugar mencionar que no existe ningún vehículo con "cero emisiones". Sólo que las emisiones se realizan en sitios distintos. Es decir, la electricidad consumida para la recarga de las baterías es generada de una forma u otra y siempre tendremos que calcular las emisiones en función del origen de dicha electricidad.

Una vez realizada esta breve introducción pasaré a citar las diferentes opciones de mejora de la eficiencia unida a la electrificación.

Gasolina híbrido.
En este caso se une al motor de gasolina un motor eléctrico asociado bien a la transmisión existente o bien a un eje diferente del de tracción del motor de gasolina. Así la batería que alimenta el motor eléctrico se carga en momentos puntuales de frenada o en descensos prolongados cuando sea necesario limitar la velocidad o en deceleraciones. Esta tecnología se inició con el Toyota Prius que combinaba estos motores con una excelente caja transfer que permitía el funcionamiento del motor de gasolina con el apoyo del motor eléctrico en ciertos momentos, sobre todo arrancadas y solicitaciones de potencia máxima. A partir de aquí se han creado numerosas variaciones. Evolucionando tanto en la capacidad de la batería como en la capacidad de que el motor eléctrico pueda impulsar, por si sólo, el vehículo con una velocidad y autonomía considerables.

Si bien existen variantes más evolucionadas de este tipo de electrificación, la descrita se centra en turismos utilitarios y compactos.

Y al hablar de evolución podemos hablar de potencia, velocidad y competición. Si consideramos que hace 3 años uno de los objetivos de Ferrari era producir en serie un superdeportivo con una relación peso potencia de 1 kg / cv y 1000 cv, con unos consumos aquilatados, eficiente y, lógicamente, con tecnología híbrida.
La estructura difiere de los modelos utilitarios ya que se busca la máxima potencia, rendimiento y un comportamiento adecuado. En estos casos la estructura puede ser motor central con propulsión trasera y uno o dos motores en el eje delantero. El uso de dos motores asociado a cada rueda delantera anula la necesidad de un transmisión con lo que se contiene el peso y se mejora el centrado de masas. En estos casos el vehículo puede circular con la potencia generado únicamente por los motores eléctricos. Como el Porsche 918 con 887 cv.


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